La capital de la Mancha, piensa en el viajero cuando pasa ante los seis arcos de la puerta de Toledo: Ciudad Real, una ciudad a la medida del hombre, sin residencias, pero con estación de AVE.
Sale a la plaza rectangular, en la que un Alfonso XVIII de bronce, cetro en mano, que se note que es el rey, contempla con cierta perplejidad el novísimo edificio del Ayuntamiento trazado en un estilo en el que no es difícil encontrar reminiscencias góticas entreveradas con cierto aire hindú dentro de una propuesta funcional, moderna, de un minimalismo barroquizante.
El Museo Provincial esta casi al lado. El visitante recorre sus salas y se detiene especialmente para contemplar los despojos de la batalla de Alarcos, puntas de flecha, un acicate o espuela, dados, hoces, una cantimplora almohade, la lanza con tope de bola que se encontró junto al cadáver de un moro acribillado de flechas a los pies de la muralla de Calatrava la Vieja, la nuez, o disparador de una ballesta, tallada en hueso, maquetas de Alarcos y de Calatrava la Vieja…
Tras visitar el museo, un café en un mesón en la plaza Mayor, decorado con aperos de labranza y servido por camareros que visten el típico blusón manchego. Después de admirar el letrero de la cofradía de la Flagelación, sobre una balconada vecina, y de comprar unos dulces en una de las numerosas confiterías del centro urbano, el viajero sale de nuevo a la carretera.
Museo del Quijote de Ciudad Real
En el Museo del Quijote de Ciudad Real encontramos a diez personajes cervantinos: Don Quijote, Sancho, el ama, la sobrina, el cura, el barbero, el boyero, el ventero, Ginesillo y un cuadro del maestro Palmero titulado Entierro de Don Quijote.
También se exponen obras de arte relacionadas con la novela cervantina y objetos que ilustran sobre el siglo XVII, ayudados por recursos multimedia. Destaca el ambiente de una imprenta de principios del XVII, con los personajes de la novela. Un verdadero viaje en el tiempo.
Los estudiosos de la obra cervantina también disponen de un centro de estudios y de una de las bibliotecas más importantes sobre el Quijote.
Alarcos, el Fiel de la Balanza
Alarcos, hoy parque arqueológico, es el lugar donde los almohades derrotaron a Alfonso VIII en 1195. Desde la carretera se ve el lomo de un cerro alargado: a un lado de la ermita, en el opuesto, más alto, el castillo, y todo circundado de murallas con algunas excavaciones. El pueblo, las calles y las casas medievales están todavía soterrados, porque aquí hay excavación para rato.
Alfonso VII lo reconquisto en 1147 y Alfonso VIII intento convertirlo en plaza fuerte cuando los almohades lo derrotaron y le arrebataron los territorios hasta el Tajo. Medio siglo después Alfonso X prefirió trasladar la población y fundo Ciudad Real.
Una cuesta suave conduce a la puerta de la muralla. Una iglesia gótica con una galería cubierta sobre columnas es el santuario de la Virgen de Alarcos, tres naves sobre pilares de base octogonal, rosetón de tracería a los pies del templo, artesonado mudéjar. En una cota más alta está el castillo, rectangular, las esquinas protegidas por torres cuadradas, el centro por fuertes torres pentagonales en proa.
Impresiona el potente glacis o muralla atulada de piedras, similar a la de algunos castillos cruzados de Tierra Santa. Dentro hay calles excavadas y diferentes dependencias, entre ellas la herrería y el aljibe, en forma de bañera.
Parque Natural de las Lagunas de Ruidera
Un oasis en mitad de la Mancha, entre las provincias de Ciudad Real y Albacete, un espacio natural de sorprendente biodiversidad, un apretado catálogo de flora y fauna desplegado en varios ambientes. No es de extrañar que las lagunas de Ruidera cautivaran a Cervantes.
En el pueblo de Ruidera existe un Centro de Recepción del Parque Natural, donde informan al visitante sobre las rutas y actividades que aúnan patrimonio natural y artístico: excursiones a las lagunas, la cueva de Montesinos, el castillo de Rocha Frida, el hundimiento, la ermita de San Pedro, el castillo y ermita de Peña roya.
Para los aficionados a la arqueología guarda cierto interés el canal de Villanueva, trazado en 1781 por el infante Gabriel, hijo de Carlos III, propietario de estas tierras, para resolver la escasez de agua que padecía la fábrica de pólvora de Alcázar. Del canal del Gran Prior que regularía el cauce del Alto Guadiana, quedan algunos puentes y compuertas de cantería, poca cosa.
Molinos de viento en Campo de Criptana
No seré yo el que discuta si Campo de Criptana es el pueblo más bonito de la Mancha, que eso va en gustos, pero si certifico que bien vale una visita por la hospitalidad de sus habitantes, por la de sus vinos y fogones y por la serenidad del paisaje en el cerro pelado y ventoso de los molinos.
En la plaza mayor se subasta por Semana Santa el honor de llevar a hombros los pasos procesionales, lo que demuestra la pervivencia de una España ancestral inasequible a los vendavales de la modernidad.
Los molinos de viento de Criptana, protagonistas de la famosa aventura cervantina, presiden los parajes denominados Sierra de los Molinos y Cerro de la Paz.
Campo de Criptana ofrece una arquitectura popular excelente de blancas calles y plazuelas y edificios de nombre abolengo de alto interés artístico. También el Museo del Alambre, que expone las creaciones y ocurrencias del artista Antonio Manjavacas.
Pinturas rupestres de Fuencaliente
Fuencaliente, es el último pueblo manchego antes de entrar en Andalucía, es, con Frailes, el pueblo de España que más fuentes urbanas atesoran, agua limpia, fresca y rica, sin cloro ni artificios. No es casual, por lo tanto, que la iglesia de Nuestra Señora de los Baños se construyera sobre un arroyo de aguas minero-medicinales que la recorre hasta el altar mayor y camarín de la Virgen: seguramente ya era un lugar sagrado antes del cristianismo y posiblemente el pueblo se fundó a su lado por idénticos motivos.
El pueblo goza de unas vistas impresionantes y de una gran riqueza pecuaria por su situación estratégica, relacionada con lugares de paso del valle de Alcudia y sierra Madrona.
En su término se encuentra la cumbre más alta de Sierra Morena, el pico de la Bañuela. En las márgenes del rio Cereceda, espeso helechal y veredas umbrías ideales para practicar senderismo. Allí fue donde le ocurrió a Don Quijote la aventura de los batanes, probablemente por el paraje La Chorrera, salto natural de agua, o en las Lastras, la playa del pueblo con las piedras lisas a falta de arenas.
A cuatro kilómetros de Fuentecaliente en los abiertos o cuevas poco profundas de Peña Escrita y La Batanera, existen interesantes pinturas rupestres al aire libre que representan esquemáticas figuras humanas de hasta 30 centímetros de la altura, en tonos rojos y ocres.