Un pueblito simpático y minúsculo que nada ha cambiado desde ayer cuando era posta en la carrera a Chile, San José del Morro, sito al pie de un gigantesco volcán trunco.
San José y El Morro, era pista de las importantes, en la carrera del Rosario a Mendoza y a Chile. Cuando se construyó el ferrocarril Pacífico y la RN 7 que corren ambos mucho más al sur, San José quedó marginado del tráfico regular, lo mismo que Medina y mucha sotras localidades importantes hasta el siglo XIX.
Pero al caer en el olvido esta Bella Durmiente conservó fielmente el aspecto que tenía antes, cuando llegaban al galope las galeras y diligencias cubiertas de polvo o de barro. Su iglesia sigue igual que en el siglo 17, la plaza, sus pocas casas, sus contadas quintas. Hasta el cepo se conserva en el paseo público. El antiguo edificio de la posta propiamente dicho, queda como a 2 km. del pueblo, campo adentro, pero no es más que lo que fue la mayoría de estos establecimientos; un humilde rancho.
De San José hacia el este se levanta un cerro alto y plano, que es precisamente El Morro que le cedió su nombre a la localidad. Mirándolo de lejos uno no aprecia lo que realmene es: un gigantesco volcán de forma curiosa, parecido a otro Monumento Natural similar; el Payún Matru de Mendoza.
Para poder visualizar su singular forma, es quizá conveniente concurrir al Museo de Ciencias Natuales Bernardino Rivadavia. En una de las salas se exhibe, junto con la del Aconcagua, una maqueta del Morro. Pero se lo puede observar también en una foto satelital Landsat número de serie 246/083 donde aparece con todos sus detalles. Este volcan trunco posee un carácter subcircular, de más de cuatro kilómetros de diámetro. Dentro de esta gigantesca caldera afloran otros pequeños picos volcánicos. El fondo del enorme circo llamado Potrero del Morro, está salpicado de relieves cónicos o cupuliformes y parece como si fuera un paisaje de otro planeta. No se sabe si el morro era un gigntesco volcán que colapsó bajo su propio peso o si nunca llegó a formarse más que la caldera. En todo caso es una formación geológica muy singular.
Posee su propio desagüe hacia el exterior a través de la Quebrada de Cali; si no tuviese tal desagüe, se habrí aformado en su interior un gran lago. Como es de imaginar se engendraron en torno de esta curiosidad natural numerosas leyendas que coleccionó Héctor Greslebin el redescubridor de los túneles de Buenos Aires.
El ascenso al Morro no es muy difícil, ya que respecto del terreno adyacente la diferencia de altura no es mayor a 600 metros. El punto más alto, el cerro del Hueco o Alumbre tiene 1639 metros, y ofrece un espléndido panorama tanto del Potrero como de los panes de azúcar de la región del Intihuasi. Incluso en un buen día, se divisa el cerro Tupungato y al norte el Champaquí.
En automóvil puede sarse toda la vuelta al Morro, comenzando por San José. Hasta La Esquina son 33 km de caminos vecinales, donde sale la RN 148, y de allí 26 km. para regresar a San José. Es una verdadera excursión al ayer, y el ascenso al Morro, una aventura de monatañismo al alcance de cualquiera. Po rlo menos es una alternativa interesante de la tan concurrida Sierra de la Ventana pero con la ventaja de no ser conocido por nadie. San José y El Morro dista 800 km. de Buenos Aires por las RN 7 y 148.