Gastronomía sevillana

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Las torrijas sevillanas.

La gastronomía sevillana es una de las más apreciadas en la penísula ibérica. Las olivas (aceitunas) adobadas con hinojo y tomillo, moradas y amargas, estimulantes, unas naranjas finas de Mairena, esas roscas de pan de Sevilla.
Otro plato destacable que no se puede dejar de probar es el gazpacho sevillano y el rabo de toro (que es la cola del toro) en picante salsa de guindilla. La famosa Caldereta de borrego, a estilo pastor. Las huevas del sábalo (pez que desova en el Guadalquivir) de Coria y las de los albures y el sollo, el preciado esturión para caviar, pescado frente a la Cartuja de las Cuevas. Fueron famosos los “pavías” de la Europa, la tajada de bacalao rebozada en masa de mucha levadura frita después.
La Semana Santa sevillana nos trae la torrija, dorada, enmelada y la castaña pilonga, en compota de almíbar de clavo y canela. Mientras estallan los cohetes y enloquecen las campanas la gente pueblerina se regodea con los dulces floridos de la Pascua de Resurrección: el hornazo de pan heñido con azúcar y aceite, un huevo duro por coronamiento; y la “rosa” de masa sutil afiligranada y embebida en miel. Todo el año, es buen tiempo para la delicia de llevar a los labios, delicadamente esa repostería celestial de los conventos de monjitas. ¿Quién no ha escuchado de los bollitos de Santa Inés? o de las empanadillas de sidra de Los Reyes, de los rellenos de Las Marroquíes, del cabello de ángel de Las Mínimas, de las miríficas yemas de San Leandro.

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