Sólo vestigios quedan de este notable yacimiento compuesto por más de un millar y medio de túmulos circulares.
Túmulos en el sentido más estricto de su significado existen en Tafí del Valle pero donde los hay en mayor número es en el Valle de Lerma. Allí, Eric Boman encontró a comienzos del siglo tres extensos campos de túmulos que fueron motivo de acaloradas discusiones.
Cada uno de estos túmulos de El Pucará de Lerma es circular y abovedado con una o dos hileras de piedras alrededor y un diámetro de 2.30 m aproximadamente.
Tal vez se trataba de sepulturas? La idea no pareció descabellada, y Bomán no hesitó en realizar varios sondeos. En vano: la tierra debajo de los túmulos examinados era aboslutamente homogénea. En total se contaron en los tres campos 1668 círculos, todos perfectamente alineados y agrupados.
Al comprobarse que no se trataba de sepulturas, alguien sugirió que tal vez pudo haberse tratado de plantaciones de yuca dado que los indígenas cultivaban la mandioca y comían el pan hecho de su raíz que llamaban cazabe. Pero pronto se desechó incluso esta tésis y se volvió a fojas cero es decir a la incógnita inicial.
Desgraciadamente la expansión de los cultivos en las fincas de los Quijano y de los Olivares que es donde se encoentraban los redondeles, hizo que este valioso yacimiento fuese virtualmente arrasado. Hoy día apenas quedan vestigios de los círculos y del gran túmulo artificial de seis metros de altura que Eric Boman había visto junto a uno de los grupos de redondeles. El montículo nunca fue excavado y es probable que nunca más se lo investigue. Lo único que queda del mal llamado Pucará de Lerma es el misterio que siempre lo rodeó.