Sevilla, capital Hispalense, orgullo de todos los andaluces, y anfitriona de la Expo ’92, es una ciudad con un increíble patrimonio histórico, que dejan constancia de todos aquellos que, en tiempos pasados, habitaron la ciudad, como los romanos, visigodos y árabes. Toda su arquitectura está bañada por los movimientos europeos artísticos de mayor envergadura, como el Racionalismo, el Modernismo y el Regionalismo Historicista Andaluz. Al igual que en el resto de ciudades andaluzas, destacan de forma notable la cantidad de museos, edificios históricos, construcciones religiosas y un sinfín de monumentos espectaculares: la Catedral de Sevilla, es la catedral gótica más extensa del mundo. Su construcción comienza en 1433, sobre el solar de una antigua mezquita, y finaliza en 1928, en ella se pueden apreciar diferentes arquitecturas que posaron sus manos a través de los siglos, renacentista, barroca y neogótica. El Alcázar de Sevilla, es el palacio real más antiguo de Europa, en el que os encontraréis con maravillas como el Salón de los Embajadores o el Patio de las Doncellas, la estancia más destacada, patio principal de arte mudéjar andaluz. El Archivo de Indias, creado, durante el reinado de Carlos III en 1785, con el objetivo de reunir y controlar en un único lugar toda la documentación perteneciente a las colonias españolas. Entre los muchos documentos que podréis admirar se encuentran textos autógrafos de Cristóbal Colón, Fernando de Magallanes, Vasco Núñez de Balboa, Hernán Cortes y Francisco Pizarro. La Plaza de España, un gran espacio monumental rodeado por un edificio semicircular de estilo andaluz, creado en 1929, que simboliza el abrazo de España a sus antiguas colonias y mira hacia el río, mostrando a los visitantes el camino hacia América. La entrada es gratuita y se cierra el acceso al público a las 22:00 horas.
La Torre del Oro, a orillas del río Guadalquivir, frente al mítico barrio de Triana y junto a la plaza de toros de la Real Maestranza, es una torre albarrana, que recibe su nombre por su especial brillo dorado que la torre reflejaba sobre las aguas del río. Y la Giralda, campanario de la Catedral de Sevilla y la torre más representativa de la ciudad, con 104 metros de altura, a la que se puede subir por unas rampas diseñadas para subir a caballo, donde las vistas de toda la ciudad, especialmente cuando oscurece, son espectaculares. Al igual que otras tierras andaluzas, el vino, el jamón ibérico, lo mejor de la huerta, y del campo, se reúne en los platos sevillanos para deleitar los paladares de los lugareños y de todos aquellos turistas que quieran dejarse enamorar del arte y el sentir andaluz.