Los suizos tienen manía por la limpieza (putzage) porque les gusta disfrutar la pulcritud del hogar o de un local público.
Son ante todo montañeses. Se alimentan del aire puro, de las aguas transparentes, del aroma del alpe oloroso. Son más duros y bruscos, difícilmente accesibles, pero son cooperantes ante la adversidad del prójimo. Henry Durant creador de la Cruz Roja, nació en Suiza. La primera liga de las UN se creó en Ginebra.
Los suizos son individualistas, racionales, críticos y emprendedores. Por otro lado, la palabra asociación es sagrada. Es difícil encontrar a un suizo que no pertenezca a alguna asociación. Hasta hay un grupo civil denominado ‘el grupo de los neinsager’ que sistemáticamente votan ‘no’ en todas las consultas democráticas. También hay sociedades, de los nacidos en 1930, 1965, etc. El suizo siente la solidaridad abnegada y amistosa.
La naturaleza, el viento, el río, el glaciar, la montaña son muy importantes para los suizos. El genio suizo es práctico. La ciencia es aquí una herramienta aplicada sobre la necesidad. El sabio suizo lleva su raciocinio hasta las últimas consecuencias.
El suizo vive puertas adentro, en la intimidad de su hogar. Una frase tallada en una casa de la campiña reza: “Quien guarda paz en su corazón, habita en buena mansión”.