En marzo y abril del año 2004, arqueólogos encontraron nuevas pinturas rupestres.
Se trata de una cueva de granito a menos de un kilómetro aguas arriba de la nueva represa de Pichí Picún Leufú, cercano a San Martín de los Andes, Provincia de Neuquén.
Lo sorprendente del hallazgo es que estas pinturas no encuadran con estilos conocidos que han aparecido en la región. Son absolutamente nuevas para la Patagonia. Las representaciones pueden tener significación a partir de los trazos de colores, y también de los espacios contenidos por éstos, en los que sólo se ve la roca gris de soporte. Se trata de un efecto “figura-fondo”, desconocido hasta ahora al sur del río Colorado. En la actualidad es una de las técnicas usuales en la gráfica publicitaria. Este tipo de roca no es buena como soporte de representaciones gráficas, pero los ignotos y antiguos autores han tratado de aprovechar espacios naturalmente lisos y desprovistos de irregularidades. Hasta se han valido de algunos de los accidentes naturales del alero -como pequeñas salientes en extraplomo en su parte superior-, para que las pinturas estuvieran más al resguardo de la intemperie y del paso del tiempo.
El friso mide aproximadamente 2 metros con 40 centímetros y se ha desarrollado en forma inclinada. Las representaciones fueron realizadas únicamente con pigmentos rojos, aunque en el mismo alero y en otros cercanos, además de este color, hay otras pinturas que incluyen el ocre y el negro. Las sustancias con la que fue realizada esta enigmática representación son motivo de análisis, pero en primera instancia podrían tratarse de óxidos de hierro. El hallazgo ha interesado particularmente a los investigadores, ya que del diseño en el que se articulan los elementos gráficos, podrían inferir un tratamiento de “figura-fondo” única en la Patagonia. Estas formas coexisten en el mismo alero y en otros muy cercanos con representaciones de un estilo muy definido, y que ha sido denominado de “grecas”, compuesto principalmente por elementos geométricos, con líneas quebradas, triángulos opuestos por los vértices, enmarcados, con fuerte utilización de ángulos rectos, y algunas formas laberínticas. Todas las representaciones son abstractas, no hay figuras antropomorfas o zoomorfas. Esta tipología, sí muy extendida a lo largo de la Patagonia y hasta en la región pampeana, podría echar luz sobre la antigüedad de las pinturas.
De acuerdo con los estudios iniciados al respecto por el investigador europeo Osvaldo Menghin, y continuados por Schobinger y Gradín en nuestra Patagonia, la antigüedad de este tipo de representaciones puede situarse entre los siglos VIII y XVI. “En este lapso hubo una explosión de la geometrización de las representaciones rupestres de la Patagonia”, afirma la arqueóloga Estela Cúneo. Pero difícilmente pueda saberse con exactitud qué antigüedad tienen, ya que no hay posibilidades de fecharlas a través de dataciones radiocarbónicas.
Otras pinturas de aleros cercanos hechas con negro, no fueron realizadas con carbón sino probablemente con manganeso. Si se hubiera utilizado carbón -material de origen orgánico-, para las representaciones, hubiera sido posible exponerlas al carbono 14 para conocer su antigüedad, como se realiza en investigaciones de pictografías en Australia, Estados Unidos de Norteamérica y Canadá.