Real Alcázar de Sevilla

Accediendo al Alcázar por la Puerta de León. Quedan pocos restos del tiempo de los reyes árabes; una muralla almohade que encontramos entrando, y el llamado Patio del Yeso, al que inmediatamente se accede. En seguida pasamos a la parte mudéjar del Alcázar, espléndida. Pedro I trajo alarifes granadinos, en los que la influencia sevillana se deja sentir en cierto modo. Nos sumergimos en el color, naufragamos en los oros, azules, rojos y verdes, en el vértigo de los arabescos del estuco y l esmalte, que nos hacen olvidar lo arquitectónico por momentos. Hay muchos que ver y algo que no ver tocante a las desafortunadas restauraciones isabelinas de 1854.
La fachada principal del Real Alcázar de Sevilla por el Patio de la Montería, es muestra eminente del mudejarismo en España, el canon mudejárico quizá.


Por un pasillo acodado damos con el Patio de las Doncellas, amplio, de luminosidad resplandeciente, arcos lobulados, columnas pareadas y labores en yeso o atauriques. Visitamos seguidamente el Salón de Felipe II, la Sala de los Reyes Católicos, el Patio de las Muñecas, centro de la vida privada del palacio; el Salón del Príncipe y el de Carlos V, con el mayor artesonado del Alcázar, y el Dormitorio de los Reyes Moros. La más importante pieza de ésta planta es el Salón de los Embajadores, bellísimo, cerrado por cúpula de media naranja de alfarje de lacerías o mocárabes (techo con maderas labradas en forma de lazos)puertas taraceadas del siglo XIV y zócalo de mosaico riquísimo de azulejos. Las tribunas abalconadas tienen balustres y soportes magníficos de hierro forjado del siglo XVI.
De menor calidad artística en la planta principal. Espléndidos tapices y pinturas clásicas y románticas adornan galerías y estancias. Es de admirar el Oratorio de Isabel La Católica, ojival florido, y retablo de azulejos representando “La Visitación”, de 1504, del famoso ceramista Niculoso Pisano.

La Casa de Contratación de Indias

En el recinto del Alcázar y dependencia sconocidas por “Cuarto del Almirante” se localiza el asiento de la que un día fue la famosa Casa de Contratación de Indias, institución originalísima, de tipo sui generis, creada por los Reyes Católicos para entender en los negocios concernientes a las nuevas tierras descubiertas.  Con jurisidicción propia, funcionó como gran factoría, tribunal de comercio y escuela de cosmógrados, pilotos y cartógrafos. Sede de la ciencia náutica y embalse fecundo del oro y laplata indianos y toda rica mercadería, Felipe II, con prurito centralizador, asestó un rudo golpe a la Casa de Contratación, al terminar con su autonomía y régimen característico. Tras vicisitudes varias, aquí se encuentra ahora, en la capilla del Almirante, la famosa tabla de “Nuestra Señora del Buen Aire”, conocida por la “Virgen de los Navegantes”. Fue pintada para la Casa de Contrataciones de Indias, formando parte de un precioso prolíptico. Es opinión general el atribuirla a Alejo Fernández, aunque parece que en la pintura tocaron otras manos. La imagen es de belleza delicadísima, auroral, tierna, naciente, como pensada en la invocación de un Nuevo Mundo. El manto, desplegado y flotante, cobijm en una alegoría del Descubrimiento, personajes en lso que se quiere ver figuras representativas de la gloriosa empresa; Fernando el Católico, Américo Vespucio, Juan de la Cosa, Díaz de Sólis (vistos de izquierda a derecha). Todas las cabezas tienen aire inconfundible de retratos.

Los jardines del Alcázar de Sevilla

Vista desde la torre de los Jardines del Alcázar de los Reyes Católicos.

Los jardines del Alcázar de Sevilla son una auténtica embriaguez de gracia y esplendor. Trasciende el gusto morisco, el renacentista y el sevillano moderno. Por aquí pasearon la ilusión de sus bodas el César Carlos e Isabel de Portugal. Jardín de la Danza, Baños de doña María de Padilla, que es nombre convencional; Galería de los Grutescos, pabellón de Carlos V. Albercas de cristal verde y frío, naranjos, bojes, arrayanes, suelos de alhombrilla, juegos de agua, laberintos, fuentes, preciosos mármoles y bronces. Es de mencionar, finalmente, la llamada Puerta de Marchena, procedente del palacio ducal de Arcos, aquí transportada hace pocos años, del dintel de dovelas y elemntos góticos yrenacientes. Visitad los jardines a la tardecida, cuando al sol se destiñen sus banderas flameantes y abren sus poros los aromas, mientras la tierra bebe con una especie de jadeo.

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