Burgos, el hogar del Cid, fue durante cinco siglos, la capital de Castilla y León, estratégicamente situada en el camino natural entre la Meseta y el Cantábrico por donde se exportaba la lana de la Meseta camino de Inglaterra y Flandes.
La lana de la oveja merina fue el gran negocio medieval de Castilla y el sostén de su economía en espera de que el descubrimiento de América posibilitara una forma más directa de subvencionar a la aristocracia y la Iglesia para que siguieran viviendo del cuento.
De aquel esplendor medieval quedan interesantes edificios que no se ven en un día y sin embargo podemos decir que Burgos es quizá, la ciudad medieval menos abrumada por sus monumentos. El casco antiguo, de calles estrechas y recoletas, se equilibra a la perfección con los paseos y parques de sus ensanches.
Para nuestra visita, comenzaremos por la catedral y sus ilustres alrededores, la plaza Mayor con el Ayuntamiento, la plaza de las Llanas, las plazas de Afuera y de Adentro; las céntricas calles de Laín Calvo, de la Paloma, de San Lorenzo, de la Flora… El catálogo monumental de Burgos es extenso variado. Abarca desde obras prerrománicas hasta los modernos edificios de discutible diseño que podemos encontrar en cualquier ciudad moderna. Por cierto que la ciudad señorial del ensanche contiene mucha y apreciable arquitectura modernista, regionalista o historicista.
La Catedral de Burgos
La catedral de Burgos es probablemente la máxima representante del gótico español y una de las más elegantes y armónicas de Europa. Su estilo resulta bastante unitario si tenemos en cuenta que algunas partes se terminaron en el siglo XVIII, antes de ayer como quien dice. Lo más reproducido, es la fachada principal o la puerta Real.
Sus dos torres coronadas por agujas tan festoneadas y caladas que a través de ellas se ve más cielo que piedra contrastan con la pantalla del vistoso rosetón y del friso con las esculturas de ocho reyes de Castilla.
La catedral de Burgos tiene planta de cruz latina, tres naves, crucero y girola, 19 capillas laterales y un claustro. En la catedral encontramos la tumba del Cid y de doña Jimena, su mujer. Las partes más interesantes son la famosa escalera dorada de Diego de Siloé, puro renacimiento italiano; el cimborrio plateresco; la sillería del coro y el retablo de la capilla mayor.
El Quasimodo de la Catedral de Burgos es su Papamoscas, autómata colgado en sus alturas que abre la boca como si cantara cuando el reloj de las horas puntas.
Monasterio de las Huelgas
El monasterio cisterciense de las Huelgas Reales de Burgos es un cenobio femenino fundado por Alfonso VIII en 1188 para que albergara el Panteón Real de Castilla y como residencia de princesas y damas de alcurnia en expectativa de destino.
En los edificios de las Huelgas distinguimos partes románicas, góticas, mudéjares y renacentistas. Lo más destacado es la iglesia, que consta de tres naves más altas y largas de lo que se acostumbra en España, un crucero y cinco capillas absidiales.
En la capilla principal llama la atención el gigantesco retablo barroco. También es digno de admiración el claustro gótico primitivo, con bellos capiteles historiados. En las naves de las Huelgas encontramos los sarcófagos góticos de los reyes Alfonso VIII; Enrique I; el infante don Fernando de la Cerda y otros infantes nobles de sangre real.
Estos sepulcros fueron saqueados por los franceses en 1808, pero se han podido rescatar de ellos algunas prendas y tejidos medievales que se muestran en el Museo del Tejido, instalado en una sala del claustro. También podemos ver, en la austera sala capitular, un hermosos y pesado tapiz almohade, la bandera o el pendón de las Navas, que según la tradición, decoraba la tienda del Miramamolín derrotado en la batalla de las Navas de Tolosa.
Otra curiosidad es la imagen de Santiago articulada como un maniquí para que pueda propinar con su espada de juguete el preceptivo espaldarazo que nombraba caballeros a los reyes de Castilla.
Atapuerca, el abuelo más antiguo de Europa.
En 1899 la excavación de una trinchera ferroviaria de unos veinte metros de profundidad en la sierra de Atapuerca, a 18 kilómetros de Burgos, permitió descubrir gran cantidad de huesos de animales extintos. En aquel tiempo la paleontología y la arqueología daban sus primos pasos y nadie concedió importancia al hallazgo, pero en la década de los ochenta del pasado siglo nuevas excavaciones encontraron antiquísimas osamentas humanas en la llamada Cueva Mayor, lo que desencadeno un proyecto científico de gran magnitud que prosigue hoy con extraordinarios resultados.
En los yacimientos de Gran Dolina, Galería y Sima de los Huesos se han encontrado fósiles humanos suficientes para documentar la secuencia de la evolución humana de Europa. Los huesos pertenecen a tres especies diferentes que se sucedieron en el tiempo, el Homo antecesor, el Homo heidelbergensis y el Homo sapiens, nuestro directo antepasado.
El Homo antecesor, un verdadero gigante comprado con el hombre actual, es por ahora el fósil más antiguo de Europa.
La ciudad Romana de Clunia
A 32 kilómetros de Aranda de Duero, cerca de Peñalba de Castro, están las ruinas de la ciudad romana de Clunia, el antiguo asentamiento arévaco en el que el revende Sertorio se enfrentó a Pompeyo en el año 75 a.C.
Los restos de la Clunia romana, una ciudad populosa de unos 20.000 habitantes se extienden por la meseta del llamado Alto del Castro y son visitables. El graderío del teatro, prácticamente intacto, como esta tallado en la ladera del cerro, puede acomodar a 9000 espectadores. También son interesantes dos grandes termas (Los Arcos I y Los Arcos II)
En el foro o plaza pública distinguimos basílica, templo, tiendas, y viviendas datadas entre los siglos I al V. Se han encontrado abundantes mosaicos de los siglos II al IV.
Iglesia de San Salvador de Oña
Una visita al monasterio de Oña, panteón real de condes y reyes castellanos y navarros fundado en 1011, valdría la pena solo por contemplar el magnífico Cristo románico de Santa Tigridia y el mural gótico, que relata, como en un comic, la aperreada vida de santa María Egipciaca.
La iglesia conserva trazas de la original creada en el siglo XI, además de una excelente sillería gótica y un claustro de Juan de Colonia. El resto del monasterio es barroco.
En el crucero de la iglesia están los sepulcros del conde Sancho García, su esposa Urraca y su hijo García, Sancho el Mayor de Navarra y Sancho el Fuerte, rey de Castilla. El verano se representa el Cronicón de Oña, un montaje escenificado por vecinos del pueblo que recorre su historia medieval.