La Sevilla árabe se ensancha y desborda más allá de los muros. Palacios y jardines paradisíacos de naranjos, limoneros, aguas cristalinas y umbrerías deliciosas, toda la decoración del Islam, surgen de murallas afuera, como los maravillosos de la Bohaira, allende el arrabal que ahora se llama de San Bernardo. A la margen derecha del río, Triana, antigua alquería, será con el tiempo el más importante y florenciente de los suburbios. La riquísima tierra sevillana se reparte entre la llamada Banda morisca o campiña de cereales, hasta Jerez y el Aljarafe ú olivar a la margen derecha hacia el poniente. Al norte, la Sierra y río abajo las marismas de toros y yeguadas. El códice de Oxford, de Ibn Sahib-al-Salat, reseña las magníficas reformas urbanas bajo los primeros almohades. Nunca conoció Sevilla tal resurgimiento y esplendor. Aben Yacub Yusuf decide erigir nueva mezquita mayor, y la esbeltísima Giralda se yergue.