El Palacio Pitti fue construido para satisfacer la ambición desmedida de Lucas Pitti poderoso banquero que había sido partidario de los Médicis y más tarde, envidioso de su potencia se había convertido en uno de sus mayores enemigos llegando incluso a conspirar contra Pedro el Gotoso; la conjura fue descubierta por su joven hijo, el futuro Lorenzo el Magnífico.
Lucas Pitti no pudo llevar a cabo el palacio porque se arruinó en especulaciones bancarias. Bastante más tarde, en 1540 Cosme I compró
el edificio a Bonaccorso, bizniento de Lucas, con la dote que le aportó su esposa Leonor de Toledo; al poco tiempo se trasladó a él con su corte desde el Palacio Viejo, encargando a Vasari la construcción del pasaje que une ambos palacios. El famoso Jardín de Bóboli se lo debemos a Leonor de Toledo quien encargó a Tribolo la transformación de esa loma, llamada Bóboli en el estupendo jardín que adorna el palacio con su escenografía.
Con la extinción de los Médicis, el palacio fue mansión de los Lorena hasta su expulsión, en 1859. Durante este período en que Florencia fue capital de Italia, de 1865 a 1871, el palacio acogió a la Corte de Savoya y a partir de 1871 fue mora privada de la familia real. Con la Constitución de la República en 1946, el Palacio y sus tesoros de arte pasaron al Estado.
Entrando al Palacio Pitti
La Galería Palatina y los Aposentos Reales ocupan el primer piso del Palacio. Franqueamos pues, la puerta principal del mismo que nos recibe con el hermoso patio Ammannati, a la derecha, bajo el pórtico se encuentra la escalera de subida.
La colección de obras que vamos a visitar, en su mayor parte lienzos que revisten las Salas de la Galería Palatina y de los Aposentos Reales, fue comenzada en 1620 por Cosme II; sus sucesores siguieron enriqueciéndola. Tomó el nombre de Galería Palatina en ocasión de las bodas de Ana María Ludovica de Médicis con Juan Guillermo, Elector Palatino. Los Lorena, sucesores de los Médicis, la abrieron al público en 1820 y en 1911, Víctor Manuel III la cedió al Estado.
La visita la Palacio cuya entrada es desde la escaler aprincipal, nos ofrece junto a la pinacoteca, una sucesión de espléndidos aslones especialmente los días que están abiertos los Aposentos Reales que son un verdadero derroche de magnificencia y suntuosidad.
Observaremos que aquí las obras de arte no respetan el orden cronológico establecido en la Galería de los Oficios; en su colocación ha dominado especialmente el gusto decorativo que corresponde a su origen de pinacoteca de la Corte.
Por razones de disposición de las Salas se recomienda comenzar la visita con los Aposentos Reales; del vestíbulo de entrada pasamos a la primera Sala, a modo de vestíbulo asimismo, llamada Sala de las Estatuas; figura en ella una colección de esculturas griegas y romanas, y sus ventanas nos ofrecen espléndidas vistas del Jardín de Bóboli y de Belvedere; a la izquierda de esta Sala comienzan los suntuosos.