Situada en la cornisa Cantábrica, en el norte de la Península Ibérica, entre altas y bellas montañas, bañada por ríos y grandes playas, y verdes valles, se encuentra un paraíso de belleza natural: Cantabria.
Cantabria es una comunidad llena de belleza y variedad de paisajes y parajes, con bosques frondosos y amplios pastos, cuidados por los suaves vientos del titán Atlántico y las alegres lloviznas que la coronan como la “España Verde”, donde los turistas, los viajeros y los mochileros, podrán hacer turismo y descubrir espacios repletos de historia, tradición, cultura y manjares.
El legado histórico de Cantabria se remonta a hace 200.000 años, con el paleolítico y el arte del hombre de las cavernas, la invasión de los romanos a manos de Octavio Augusto, la libertad recuperada de la Edad Media y la unidad cántabra de la Edad Moderna, el siglo XIX con la provincia fuerte y unida de Cantabria, hasta llegar a nuestros días convertida y reconocida, durante el siglo XX, en una comunidad fuerte, moderna e histórica, con recuerdos, perfectamente conservados, de eras pasadas que destacan por la belleza de sus historias.
Debido a la naturaleza de su territorio, protegido por altas y robustas montañas, y dividida por valles con identidad propia, perpendiculares a la costa, Cantabria posee una fuerte personalidad cultural que la distingue del resto de las provincias españolas. Para hacer turismo en Cantabria esta región se destaca por sus mitos, leyendas, cuentos, romances, refranes, trovas, adivinanzas, melodías, danzas o cantos de cuna, entre otros, que elevan la riqueza de su patrimonio cultural a la categoría de particular y maravilloso. Es un destino ideal para hacer turismo rural.
Conservadas desde el paleolítico, los turistas, los viajeros y mochileros podrán admirar el paso y el arte del hombre de las cavernas a lo largo de una extensa lista de cuevas cántabras como las cuevas del El Soplao, del Valle, El Pendo, La Pasiega, Las Monedas, cueva del Castillo, cueva Maorín y las célebres cuevas de Altamira, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985, situada en el municipio español de Santillana del Mar.
Una cueva decorada con pinturas y grabados que representan animales, dibujos abstractos o figuras antropomorfas, caracterizadas por un gran realismo, fielmente representadas por el hombre de las cavernas del paleolítico, ejemplo de gran capacidad artística y obra maestra que ha recibidos excelentes calificativos como “la Capilla Sixtina del arte rupestre”.
Además de las cuevas, Cantabria posee una gran oferta cultural de museos y monumentos de arquitectura civil y religiosa como El Palacio de la Magdalena, situado en la península de la Magdalena, en Santander, residencia de verano del rey Alfonso XIII y su familia, quienes los disfrutaron regularmente hasta la llegada de la II República. Se puede visitar por dentro.
El Capricho de Gaudí, edificio construido por el gran arquitecto catalán Antoni Gaudí, capricho oriental de Máximo Díaz de Quijano, concuñado del Marqués de Comillas, que deseaba una residencia de verano de tipo oriental.
La Universidad Pontifica de Comillas, creada como seminario de San Antonio de Padua de Comillas, los palacios de Sobrellano, la Bárcena, los Hornillos, Elsedo, de Rugama y otros tantos más, el Castillo de Argüeso o de San Vicente que descansa en lo alto de una loma desde finales del siglo XIII, así como un gran número de iglesias y construcciones religiosas, entre las que cabe destacar, las colegiatas de Santillana del Mar, monumento románico, declarado Monumento Nacional en 1889, la iglesia Santa María del Puerto de Santoña, templo de estilo románico de la primera mitad del siglo XIII, declarado también Monumento Nacional en 1931, museos destinados y dedicados a difundir el patrimonio marítimo, etnográfico, artístico, regional y científico de Cantabria- Otro ejemplo es el Museo Marítimo Cantábrico, situado en la ciudad de Santander, al borde de la bahía, con colecciones que se remontan al siglo XVIII, y considerado uno de los más importantes y completos de España.
Después de pasear por la historia, costumbres, paisajes y tradiciones cántabras, los turistas, los viajeros y los mochileros podrán disfrutar de las múltiples ferias y fiestas de Interés Turístico Nacional, pervivencia del folclore tradicional, donde las más frecuentes se celebran en torno a San Juan, el 21 de junio, la noche más larga del año, y San Miguel, el 29 de septiembre, acompañada de una gastronomía rica y variada.
Gastronomía de Cantabria
Gracias a su situación geográfica, se pueden disfrutar de frutos de mar frecos directos del Mar Cantábrico, el salmón y la trucha de las cuencas altas de sus ríos, hortalizas y legumbres de sus huertas y la excelente carne vacuna de sus privilegiados pastos, harán las delicias de los paladares turísticos, mochileros y viajeros.
Entre sus platos típicos en vuestra visita será de obligado cumplimiento que probéis el cocido montañés, un guiso cuyos componentes principales son la alubia blanca y la berza, las empanadas, los pinchos. El pan preñaos es un pan relleno de chorizo o panceta, también típico de la región. Sus carnes de vaca, buey, ciervo, corzo y jabalí, cocinadas a la parrilla, estofadas o con legumbres merecen ser probadas.
Entre los pescados y mariscos, directos del Cantábrico, en la carta cántabra se repiten: las anchoas de Santoña, Colindres, Laredo y Castro –Urdiales, el Chicharro frito acompañado de papas guisadas, queso blanco y mojo colorado, que es una salsa típica de las Islas Canarias, y el bonito del Norte.
En cuenta a los mariscos, destacan especialmente, las almejas, los mejillones, los berberechos, nécoras, los centollos, los percebes, las cigalas, las langostas, los bogavantes y el Pastel de Cabracho, puré elaborado con la carne del cabracho, salsa de tomate, nata y verduras.
Los quesos cántabros serán una opción perfecta para degustar por ejemplo: el queso picón de Bejes-Tresviso, quesucos de Liébana y el queso de nata.
En cuanto a postres cántabros, contamos con la mejor selección de las dulces tartas cántabras, quesadas y sobaos pasiegos, frisuelos en la comarca lebaniega, corbatas de Unquera, sacristanes en Liérganes, la miel de Campoo-Los Valles, las pantortillas de Reinosaab, donde también deberéis probar las rosquillas.
Acompañar los sabrosos platos y exquisitos postres con bebidas típicas de la tierra como la sidra de manzana, el chacolí que es un vino blanco típico de las regiones del norte de España, y no olvidaros de preguntar, durante la cata vinícola, por las dos denominaciones vinos de la tierra: Costa de Cantabria y Liébana.